El
FIN DEL AIKIDO?
A
primera vista el título del presente escrito resulta algo chocante para
aquellos que practicamos Aikido y más aún para aquellos que amamos este arte…
Pero es acaso una locura el plantearse que el Aikido podría llegar a tener un
final? Pues acaso todas las cosas no tienen un principio y un final? O es que acaso
el Aikido esté exento de esto?. Este es el tema que atrajo mi atención en el
último seminario que se celebró en San Juan allá por Septiembre del año 2014, dado que mi
Sensei en ese año cumplía sus 70 años de vida.
Está claro que cumplir 70 años es todo un acontecimiento, plagado de significancias y por qué no también plagado de incertidumbres. Quizás especialmente esta fue la razón principal que llevó a mi Sensei Juan Tolone a compartir un poco de esto durante la clase. Mientras todos estábamos allí sobre el tatami él con su habitual tono y su mirada picara comenzó a contarnos, lo que le ocurrió justamente antes de cumplir los 60 años de vida, relato su preocupación real y totalmente entendible acerca del temor de NO saber con exactitud hasta dónde, hasta qué punto, de qué forma y de qué manera su cuerpo iba a poder seguir permitiéndole desarrollar este Arte que tanto disfrutaba; recuerdo muy bien cómo nos confeso con total y suma humildad que NO le eran ajenos los dolores, las molestias y los achaques productos del paso de los años y prosiguió diciendo que lo que más le preocupaba a sus 59 años era que al ver hacia el mundo del Aikido NO podía encontrar a nadie que estuviese “realmente entrenando Aikido” con más de 60 años.
Está claro que cumplir 70 años es todo un acontecimiento, plagado de significancias y por qué no también plagado de incertidumbres. Quizás especialmente esta fue la razón principal que llevó a mi Sensei Juan Tolone a compartir un poco de esto durante la clase. Mientras todos estábamos allí sobre el tatami él con su habitual tono y su mirada picara comenzó a contarnos, lo que le ocurrió justamente antes de cumplir los 60 años de vida, relato su preocupación real y totalmente entendible acerca del temor de NO saber con exactitud hasta dónde, hasta qué punto, de qué forma y de qué manera su cuerpo iba a poder seguir permitiéndole desarrollar este Arte que tanto disfrutaba; recuerdo muy bien cómo nos confeso con total y suma humildad que NO le eran ajenos los dolores, las molestias y los achaques productos del paso de los años y prosiguió diciendo que lo que más le preocupaba a sus 59 años era que al ver hacia el mundo del Aikido NO podía encontrar a nadie que estuviese “realmente entrenando Aikido” con más de 60 años.
Claramente existen varios maestros
que dictan clases de Aikido, pero se limitan a mostrar la técnica, a realizar
un movimiento para explicar o corregir o quizás para dar una breve exhibición.
Pero esto NO era lo que le preocupaba a mi Sensei, lo que realmente le
molestaba, lo que verdaderamente le provocaba su malestar era el saber que
quizás NO podría tomar más clases, volver a ser un Uke completo, recibir
proyecciones, lances, derribos y fuertes palancas sin tener que estar
preocupado en las consecuencias futuras de dicha práctica en el Dojo. Pues lo
cierto es que iba a cumplir 60 años y cualquier persona normal que esté a punto
de cruzar esta importante barrera en la edad debería al menos replantearse
sobre estas limitaciones.
Quizás
para muchos de los que estuvimos allí estas palabras pueden haber pasado por
alto, porque NO era una explicación netamente técnica, no servía para corregir
ni mejorar un lance y tampoco explicaba el detalle correcto de un
desplazamiento o quizás simplemente porque la gran mayoría de los que estábamos
en ese seminario éramos jóvenes o personas relativamente maduras … pero hubo
algo en el tono de voz de mi Sensei que llamó poderosamente mi atención: él
estaba revelando algo mucho, pero mucho más importante que un mero conocimiento
técnico.
Quizás
lo comprendí del todo cuando dijo que las respuestas a sus limitaciones las
encontró cuando se vio a sí mismo como siempre en el tatami con el resto de sus
alumnos, haciendo ukemis, recibiendo lances y palancas al siguiente día de
haber cumplido sus 60 años. Fue en ese preciso momento en que se percató que era él quien todavía estaba allí
haciendo lo que venía haciendo desde hacía casi 36 años de práctica: ESTABA ENTRENANDO. Y luego solamente
fue ir haciendo una clase por día a la vez, fue allí cuando dijo que cada clase
de Aikido tomada para él significaba un día ganado a la vejez y con ello al tan
temido final. Dicho esto pienso que es natural que luego de cumplir 45 años de Aikido y estando a punto de
cumplir sus 70 años de vida, vuelva a mirar hacia sus costados para encontrarse
con que es uno de los Aikidokas Argentinos con más edad practicando Aikido regularmente y
quizás una de las contadas personas que continua entrenando y siendo Uke en
todo el mundo con su edad.
Entonces
ante la pregunta con la que comenzó este escrito: Existe el Fin del Aikido?, mi
Sensei me dio una clara respuesta: el verdadero fin lo pone cada uno cuando deja de entrenar. El fin no es tal si
uno mismo no permite que así lo sea, cada uno de nosotros debe de ser
consciente de su cuerpo y de sus propias y naturales condiciones y limitaciones
y trabajar con ellas día a día, pero continuar
trabajando. Incluso si profundizamos algo que seguramente muchos de ustedes
consideraron: - el fin del aikido viene con la muerte- Estarían equivocándose.
Con la muerte deviene solamente la pérdida de la persona física en nuestro
mundo, pero sus enseñanzas, sus valores y principios e incluso parte de su
particular estilo seguirá viviendo en cada uno de sus alumnos. O acaso el
Aikido llegó a su fin cuando O´Sensei falleció?. Pues claro que No. Entonces
para mí en este seminario mi Sensei me dio una gran y valiosa lección: el
Aikido NO tiene final, pues igual que el universo continua expandiéndose, pues
como la misma naturaleza continua cambiando y evolucionando y como la misma
materia un día se transformará y mutara para continuar su eterno proceso.
Por lo tanto a todos mis alumnos y compañeros de Aikido, les digo: por mi parte solo deseo continuar entrenando y esperar para que quizás un día cumplidos ya mis 70 años pueda contar personalmente esta historia a las nuevas generaciones de alumnos que están por venir y que al ver ellos mi cuerpo ya entrado en años aun practicando y entrenando reflejados en mis NO ya tan rápidos movimientos y en mí NO tan ágil ukemi aunque sea una pequeña parte del espíritu de mi maestro que hoy día me enseño esta importante lección que espero relatar cuando llegue mi momento!.
Por lo tanto a todos mis alumnos y compañeros de Aikido, les digo: por mi parte solo deseo continuar entrenando y esperar para que quizás un día cumplidos ya mis 70 años pueda contar personalmente esta historia a las nuevas generaciones de alumnos que están por venir y que al ver ellos mi cuerpo ya entrado en años aun practicando y entrenando reflejados en mis NO ya tan rápidos movimientos y en mí NO tan ágil ukemi aunque sea una pequeña parte del espíritu de mi maestro que hoy día me enseño esta importante lección que espero relatar cuando llegue mi momento!.
Gracias Sensei Juan Tolone!!
PD: por cierto, si se lo preguntaban hoy en pleno 2020 con 76 años de edad mi Sensei efectivamente sigue entrenando y dictando clases!! Está claro que para él no fue el fin del Aikido!!! Jajajaja. Espero les haya gustado.
PD: por cierto, si se lo preguntaban hoy en pleno 2020 con 76 años de edad mi Sensei efectivamente sigue entrenando y dictando clases!! Está claro que para él no fue el fin del Aikido!!! Jajajaja. Espero les haya gustado.
Prof. Fernando A Cartofiel
(Instructor de Aikido y Prof. Defensa Personal)
#SenseiCartofiel
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